Si los comentarios de la concelleira socialista de Vilagarcía en relación con el asesinato de la presidenta de la Diputación de León son repugnantes, los editoriales publicados en relación con este suceso por los diarios ‘El Mundo’ y ‘ABC’ dan asco.
El de ABC dice, entre otras cosas, “la deslegitimación de los políticos se ha puesto de moda y ha extendido el argumento subliminal de que todo vale contra ellos, desde un insulto a través de las redes sociales a un acoso a domicilio”; mientras que el de ‘El Mundo’ llega más lejos, “una parte de la ciudadanía considera que los políticos están en la raíz de todos sus problemas y donde antes había respeto o indiferencia se reproducen ahora escenas de violencia. Abucheos, insultos, escraches e intentos de agresión están hoy a la orden del día y son el síntoma de un malestar latente que de no combatirse a tiempo puede degenerar en situaciones que pongan en riesgo la convivencia”.
Mentir de esta manera, aunque sea en un editorial, es vergonzoso, pero hacerlo sabiendo que este asesinato nada tiene que ver con lo que se le relaciona, es inmundo.
La deslegitimación de los políticos es una realidad que se debe a un grupo de ellos, apoyado sin discrepancia alguna por centenares más, que permiten que aquellos hagan lo contrario de lo que anunciaron que iban a hacer; también se debe a quienes usan los cargos públicos, y a esos mismos centenares más que lo permiten callándose, para solucionarse la vida– sea beneficiándose directamente, durante su gestión o beneficiando a otros que acabarán empleándolos…los ejemplos son numerosos y bien conocidos- y no para mejorar la de los ciudadanos, que es para lo que han sido elegidos.
“Escenas de violencia”, ¿a qué escenas de violencia se refiere ‘El Mundo’?, ¿a las de una familia sacada a rastras de una casa que tendrá que seguir pagando al banco aunque no viva en ella?; ¿a las de enfermos tirados en los pasillos de hospitales?; ¿a hombres y mujeres de 70 y 80 años vigilados por la Policía mientras se manifiestan delante de una entidad financiera que les ha robado sus ahorros?; ¿a decenas de guardias civiles desplegados para ‘proteger’ a un alcalde de sus vecinos que protestan pacíficamente?; ¿a las de unos padres a los que les han quitado a sus hijos y a los que las autoridades ignoran?; ¿a las de una pareja de municipales multando a una persona que pide en la calle?; ¿a las de colas delante de comedores sociales?; ¿quizá ‘El Mundo’ se refiere a la violenta que puede resultar la escena del cartero entregando un certificado en el que se concede, por fin, una ayuda por minusvalía a una persona que ya ha muerto?; ¿o a ver a personas mayores levantando las tapas de los contenedores?; ¿a la de una mujer perdiendo un ojo por el disparo de una pelota de goma?; ¿o a las imágenes de sujetos imputados por estafa, fraude y evasión fiscal llegando a los juzgados en un coche con chófer?
Si hay algo que no puede decirse de los ciudadanos es que hayan tenido actitud violenta alguna ante esta horda de robos, mentiras, timos, saqueos, desvergüenza y burla a los que los han sometido numerosos responsables públicos y con total impunidad. Si alguien ha empleado los medios democráticos y se ha mantenido dentro de ellos han sido los ciudadanos…manifestarse es democrático, y reclamar, protestar, reivindicar o denunciar pacíficamente, algo a lo que no ayudan editoriales como esos.
La realidad de este crimen nada tiene que ver ni con escraches, ni con Afectados por las Preferentes, por las listas de espera, con los 6 millones de parados a los que se miente sistemática y planificadamente, ni con desahuciados, ni con enfermos que no pueden pagar las medicinas, ni con víctimas de bebés robados o padres de familia despedidos, aprovechando que es más barato que nunca poner a la gente en la calle. Este crimen ha sido un ajuste de cuentas siciliano, tipo ‘cosas de familia’, algo parecido a lo que se dedicaba la banda de Artapalo e intentar disfrazarlo de otra cosa es una puta mentira.