Relacionados con Al Qaeda, los radicales islámicos están instaurando su poder en estados como Nigeria, Afganistán o Pakistán. Su avance se ha expandido con rapidez en el país iraquí, tras el ataque del Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) a Mosul, la segunda ciudad más importante de la nación, logrando hacerse con el control de la zona.
Los conflictos internos de los países son una baza para implementar su poder, aprovechando los vacíos políticos existentes. Estas organizaciones islamistas emplean a Marruecos, Argelia o Arabia Saudí, para alcanzar los estados inestables en regiones de Siria, Irak o Afganistán. En la actualidad, una de las bandas islámicas radicales más conocida es Boko Haram debido al rapto de 200 niñas en un colegio de Nigeria.
Los expertos exponen que el auge del radicalismo de corte islámico se incrementa por la inactividad de los países occidentales. Desde el 2013, la UE elabora medidas en la prevención de esta problemática investigando sus movimientos y colaborando con países aliados, aunque no se han ejecutado soluciones decisivas para detener su dominio.