El capitán Theodore Van Kirk, miembro de la tripulación del histórico Enola Gay, murió este lunes a los 93 años. Apodado por sus amigos como ‘el Holandés’, era, desde 2010 el último superviviente del B-29 que llevó a cabo la misión clave de finales de la Segunda Guerra Mundial: el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima.
En una entrevista que concedió al diario ‘The Guardian’, coincidiendo con el 65 aniversario del lanzamiento de la bomba, Van Kirk declaró que el final de la cruenta guerra fue posible gracias a ellos. “Estoy orgulloso de haber participado, y en las mismas circunstancias, lo haría otra vez”, afirmó. Cuando el periodista, extrañado por la ausencia total de remordimientos, le preguntó por cómo fue capaz de afrontar el ataque deliberado a miles de civiles, el capitán no dudó, “quien no es capaz de lidiar con ello, es que no merece la pena como aviador”, afirmó rotundo, añadiendo, “no conozco otra forma de luchar en una guerra si no es matando gente”, zanjó.
Incluso a pesar de su visita a Nagasaki, pocas horas después del segundo ataque de Estados Unidos, Van Kirk afirmó que la visión de las víctimas calcinadas por la explosión no le robó una sola noche de sueño. “Eres inmune porque durante todo tu entrenamiento te preparan para lo que vas a hacer”.
En plena Guerra Mundial, todos los miembros de la tripulación fueron reunidos en Utah, en un entorno de alto secreto, y con la intención de ser entrenados para una misión sin especificar. “Nos dijeron que íbamos a hacer algo que pondría fin o acortaría significativamente la guerra”, declaró al diario británico. Aunque nadie llegó a decirles que se trataba del lanzamiento de una bomba atómica, Van Kirk y sus compañeros lo imaginaron al ver compartiendo base militar a un gran número de reconocidos físicos.
El 5 de Agosto de 1945, un día antes de la acción, se les informó en una reunión final de que iban a lanzar una bomba diferente a todas las que hasta entonces se habían conocido. Se les advirtió de que era un arma tan potente que el avión debía estar al menos a 11 kilómetros de distancia cuando estallara, o el Enola Gay sería destruido. Aún entonces la palabra ‘atómica’ no se pronunció ni una sola vez.
La noche antes del ataque los miembros de la tripulación pasaron las horas jugando a las cartas. “Nos dijeron lo que íbamos a hacer y nos pidieron que descansáramos, pero nos fue imposible”. El 6 de Agosto a las 02.45 de la mañana, y desde la isla de Tinian, la tripulación partía hacia Hiroshima. Durante la entrevista Van Kirk mostró uno de los facsímiles que guardaba en una pequeña caja en su despacho. En él se podía leer “8:15, Bomb Away”. Little Boy, como fue bautizada la primera bomba atómica de la historia, cayó durante 43 segundos hasta estallar en la ciudad nipona. Aunque en ese tiempo el avión logró alejarles hasta casi veinte kilómetros del lugar, fue alcanzado por la onda expansiva, lo que obligó al piloto Paul Tibbets a realizar una complicada maniobra para enderezar el vuelo. Doce horas y trece minutos después, el Enola Gay les devolvía sanos y salvos a la base.
La acción militar más vergonzosa de la Guerra Mundial arrasó la ciudad de Hiroshima, y se cobró la vida de 120.000 personas, la mayoría de ellas civiles. Las consecuencias de las emisiones radiactivas de la bomba fueron sufridas por la población durante décadas. A pesar de las terribles secuelas del ataque, Van Kirk nunca se arrepintió de formar parte de la misión.