George W. Bush– que abandonó el cargo con un 66% de rechazo por parte de sus compatriotas, similar al de Harry Truman, en 1953, o Richard Nixon, que tuvo que dimitir, en 1974– autorizó, además de las torturas de los presos de Guantánamo, el espionaje de las comunicaciones, telefónicas y por Internet, de los ciudadanos estadounidenses sin orden judicial.
Así consta en varias notas del Departamento de Justicia de los Estados Unidos hechos públicos este viernes a última hora. Dicha autorización formaba parte de un programa secreto, ‘Stellar Wind’, que comenzó a ser aplicado luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
El presidente permitió que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) obtuviese datos de comunicaciones de todos aquellos que considerase sospechosos de ser integrantes de Al Qaida, colaboradores o simpatizantes de esa organización islamista, interceptados en Estados Unidos y en el extranjero.
“Aun en tiempos de paz, en caso de ausencia de una intervención del Congreso, el presidente tiene el poder constitucional, en virtud de la cuarta enmienda de la Constitución para ordenar la vigilancia de la inteligencia extranjera sin mandato” judicial, escribe el asistente del fiscal general en una nota de 108 páginas fechada el 6 de mayo de 2004.