El fiscal de Marsella, encargado del caso del accidente del avión de Germanwings, ha indicado que la interpretación de la actuación del copiloto, que se negó a abrir la puerta de la cabina al piloto una vez que salió, indica que tenía la “intención de destruir el avión”.
El fiscal ha explicado que en los últimos minutos antes de que el avión chocara contra el suelo se escucha al copiloto “respirar con normalidad”, lo que indica que seguía vivo y “a priori” no sufriría ningún problema.
Pese a los reiterados golpes del piloto desde fuera, “no se escucha absolutamente nada” en el interior de la cabina, al margen de la respiración, “durante los diez últimos minutos”. “Había silencio total”, ha subrayado. El fiscal ha considerado que el copiloto accionó de forma intencionada el descenso del aparato, “no he utilizado el término suicidio. No es un suicidio cuando se pilota un avión con 150 personas a bordo”
Varios medios han desvelado la identidad del copiloto: era Andreas Lubitz, tenía 28 años y era de nacionalidad alemana. En total, acumulaba 630 horas de vuelo y, según el fiscal del Marsella, Brice Robin, tras quedarse a los mandos de aparato cuando el comandante abandonó la cabina, cerró la puerta de la misma y accionó, “voluntariamente” el descenso con la intención de estrellar el aparato en las montañas que estaba sobrevolando. Por ello ni permitió la entrada del piloto en la cabina ni respondió cuando este, primero, llamó a la puerta y, después, trató de tirarla abajo.
Andreas Lubitz había comenzado a trabajar en Germanwings en septiembre de 2013 y vivía en en Dusseldorf. localidad donde debía aterrizar el avión.