Al menos es lo que creen la treintena de trabajadores del Banco de Galicia y del Banco Popular que se han concentrado hoy en la oficina de Policarpo Sanz para protestar. Para los empleados, la extrema sensibilidad que la nueva entidad financiera tiene en estos momentos se debe a que, tras la fusión, no se ha acometido ningún plan como prejubilaciones o bajas incentivadas para eliminar los puestos sobrantes.
En cambio, según los delegados de UGT en estas entidades, han echado mano de los despidos disciplinarios como recurso para recortar plantilla. Todo se refiere sobre todo a la actuación poco regular de un trabajador para no perder clientes que podría ser sancionable, pero no motivo de despido, como tomar atajos tras la reclamación de cobros de comisiones a “buenos clientes” que en ningún caso acabó con beneficio para el empleado.
En total se han dado dos casos de despido en este último mes en Galicia y otros dos en otras dos sucursales de España, por lo que el sindicato advierte de que estará vigilando cualquier actuación sancionadora que lleve a cabo la entidad sin contar con los sindicatos.