No solo es uno de los actores contemporáneos más admirados, además ha sabido envejecer con dignidad, se retiró cuando se dio cuenta que le divertía más jugar al golf que actuar, ha vuelto al anonimato y únicamente ha salido de él para apoyar la independencia de Escocia, una causa en la que cree y a la que no renunció cuando le dijeron que la reina quería nombrarlo caballero del Imperio Británico y convertirlo en Sir.
Es Sir Sean Connery, que este martes cumple 85 años, en las Bahamas, lejos de Edimburgo, donde disfruta de la jubilación desde hace ya 5 años, el tiempo que lleva lejos del cine, una profesión a la que ha dado más de 50 películas y en la que, además de James Bond, ha sido el Rey Ricardo, el sargento de policía Jim Malone, el monje Guillermo de Baskerville, el doctor Campbell, Allan Quatermain, el capitán Ramius, Khalil Abdul-Muhsen, el padre de Indiana Jones, “Barley” Scott Blair, Robert MacDougal o Juan Ramírez Sánchez Villalobos, espadero mayor de Su Majestad Imperial el rey Carlos I de España.
Este anciano, que a los 60 años era el hombre vivo más atractivo del mundo, que en siempre ha exigido que en sus películas hubiese alguna referencia a Escocia-que lleva tatuada desde hace siete décadas- que ha doblado a personajes de dibujos animados, producido películas, conductor de camión, socorrista en las piscinas de Portobello, peón de granja, modelo artístico, miembro de la Marina británica, futbolista, culturista y el escocés más admirado del último siglo, no es inmortal, aunque sí ha logrado vivir lo suficiente como para haber podido ver que sí lo son algunos de los personajes que ha interpretado.