A los países de la Unión Europea y a los responsables de la Comisión no les importa gran cosa la suerte de los refugiados. Han pasado casi 2 meses desde la muerte de Aylan Kurdi, un niño de 3 años que se convirtió en un símbolo de la necesidad de ayudar a los miles de personas que escapan de países en guerra.
La muerte de Aylan se quedó en eso: en un símbolo que no ha logrado que los gobiernos de la Unión-que sí se ponen de acuerdo inmediatamente para rescatar a los bancos- hayan adoptado medidas conjuntas para afrontar este éxodo.
La prueba de ello es que, desde que Aylan apareció muerto en la playa han fallecido ahogados otros 70 niños intentando llegar a Grecia – entre ellos siete niños el pasado miércoles– según ha denunciado Save the Children, que alerta de que este número será mayor porque miles de personas siguen intentando llegar a Europa ahora y lo harán en invierno.
“En invierno, cruzar el mar es mucho más peligroso, los niños llegan empapados y helados en riesgo extremo de hipotermia debido a la falta de refugio adecuado en los campos de tránsito”.