El agua caída sobre Vigo fue uno de los factores determinantes del duelo entre el Celta y Atlético de Madrid: el drenaje del césped de Balaídos funcionó a la perfección, aunque la continua lluvia dejó el partido marcado por el agua y la rapidez del terreno de juego.
Para disgusto de buena parte del público, Simeone sacó de inicio al hasta hace unos días capitán del Celta, Augusto, que fue recibido con pitidos por un sector de la afición celeste.
La primera mitad estuvo marcada por la igualdad e intensidad de ambos conjuntos. El Celta trataba de conectar con Iago Aspas y los madrileños buscaban la espalada de los defensas vigueses para tratar de desbordar en velocidad. Los madrileños encontraron los pases con más facilidad e impidieron que los celestes estuviesen cómodos sobre el campo.
Fruto de la conexión entre Griezmann y Vietto llegó el primer tanto del partido: el francés lanzó al primer toque una pierde que fue devuelta a la perfección por el argentino para que marcase a puerta vacía frente a Sergio.
Con la ventaja en el marcador, el Atlético no renunció al ataque aunque llegaron los intentos más claros de los vigueses para igualar el partido. Sin embargo, los colchoneros trenzaron un contragolpe desde el saque de Oblak y Carrasco, en una gran acción individual, se deshizo de dos defensas locales para marcar el gol de la tranquilidad y la victoria.