Su sueño sería hacer una american psyco, con personajes “esquizos al borde de la locura, tan ambiguos, tan raros, con una personalidad totalmente destruida” porque para él son “un caramelo”. Sabe que es complicado, pero mientras espera la oportunidad Mario Casas sigue probando en todos los registros posibles. En ‘Toro’ también se enfrentó a un personaje complejo y lleno de preguntas.
Su conclusión fue clara: “El protagonista es precisamente como un toro, un animal. Es una bestia que lleva un botón dentro que cuando lo presionas sale una fiera al más puro estilo ibérico, repartiendo mamporrazos“, explica el actor. “Si a este chaval lo dejas en libertad, tranquilo, no va a hacer absolutamente nada, pero si lo encierras va a ir a por ti hasta la muerte para defenderse y tener una escapatoria. Es una mezcla de brutalidad con nobleza, un tío puro que lo único que quiere es cambiar su vida y llevarla fuera de la violencia y el mundo oscuro en el que nos lo encontramos al principio”, reconoce.
Rodando con su ídolo
Esta película llegó además con doble regalo bajo el brazo: por un lado rodar por primera vez en Galicia, donde el actor tiene sus raíces y a parte de su familia, y hacerlo al lado de uno de sus referentes, Luis Tosar. “Fue un gusto estar a su lado, porque es un actor al que llevo siguiendo muchos años. Cuando empezaba en este mundillo los films que yo seguía eran los de Tosar y Bardem, así que sobran las palabras”, explica.
Una de las cosas que más le gusta de estos dos actores es precisamente su capacidad para “reinventarse y probar cosas distintas, para bien o para mal”. Porque ese es el camino que quiere seguir Casas en su trayectoria profesional: “Intento poco a poco hacer cosas distintas porque creo que ahí es donde va a estar mi evolución y que es así como puedo ganarme poco a poco un huevo dentro de la industria del cine”.
Aunque no siempre es fácil conseguir los objetivos marcados. “La gente me dice que me tienen que sobrar los papeles, pero la cosa está muy justa en este momento y tampoco hay un gran abanico de elección. Al final ha sido un poco el destino el que ha ido guiando mi carrera, aunque sí que he dicho que no a algunos papeles. Sobre todo porque si tengo dos guiones y uno se parece mucho a algo que ya he hecho prefiero jugármela y hacer algo distinto”, reconoce.
De su rodaje en Vigo se lleva un sabor agridulce: bueno por la gran acogida y por rodar en casa, malo porque “me dio rabia es de que solo se rodaran dos o tres semanas porque al final los rodajes son muy duros, son muchas horas, aunque a veces no lo parezca. Rodábamos también los sábados y los domingos te daba tiempo para ir a comer aquí al lado, dar un paseo y descansar. Esa es la pena muchas veces cuando uno rueda en varias ciudades”.
