Z.ALONSO vigoalminuto.com/ GRAND VOYAGER.- Nada que ver con el día lluvioso y triste de ayer. Abrir los ojos cuando entra la claridad en el camarote y ver a lo lejos Lisboa es una sensación extraña, mezcla de euforia y asombro . Por eso son pocos los que se resisten a subir hasta cubierta para ver acercarse la capital portuguesa y no perderse detalle del atraque. Eso si la resaca tras la fiesta en la discoteca del ‘Grand Voyager’ lo permite. La gran atracción: pasar bajo el ’25 de abril’ el puente más antiguo de la ciudad, que une a Lisboa con la costa de Caparica.
Después copioso desayuno con vistas al mar mientras abren puertas y a disfrutar de la ciudad lisboeta.El atraque a unos 15 minutos del centro permiten aprovechar una visita que va a durar apenas cuatro horas, suficientes para disfrutar rápido de una mañada de domingo festivo, aniversario de la Revolución de los Claveles. Corina puede estar orgullosa: en Lisboa los pasajeros del mítico ‘Queen Victoria’, compañero en parte del viaje, bajan en medio de contenedores. Los 15 millones invertidos en el Puerto para construir los ‘Duques de Alba’y no tener que enviar a ningún trasatlántico a Bouzas ayudan a mejorar nuestra imagen.
Vayas donde vayas, turistas. Vayas donde vayas, cuestas. Entre paseo y paseo por la Avenida Augusta, Chiado y el Castelo de San Jorge, un refrigerio en alguna terrazcoma a la sombra para compensar los cerca de 30 grados que hay en la calle. En la piscina del barco, todas las tumbonas ocupadas y la gente como los caracoles. Partimos rumbo a Tánger cruzando los dedos para que esta vez el bamboleo no nos haga echar mano de nuestra amiga la biodramina. El bamboleo apunta maneras.