Z.ALONSO /vigoalminuto Grand Voyager.- El que crea que el crucero se maneja solo y que capitán y pilotos están tomando el sol en la piscina entre puerto y puerto, está muy equivocado. Escondido detrás del teatro del barco, en el puente de mando todo es electrónico. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en los aviones, se hace todo de forma manual. No encontraremos un timón como los de antaño, ahora son hidráulicos y más pequeños, pero los encargados de manejarlo no son máquinas, sino tres pilotos que trabajan a turnos de 4 horas con 8 de descanso para que el buque esté vigilado las 24 horas del día.
La única función del piloto automático es seguir el rumbo marcado. Nada puede hacer contra las incidencias. Además, otros seis vigilantes asisten a los pilotos en todo momento. Sobre todo en zonas más complicadas, como puede ser el estrecho de Gibraltar, donde el tráfico de buques se dispara y los vientos nunca dejan de soplar. Y, a pesar de toda la maquinaria que el ‘Grand Voyager’ lleva a bordo, las cartas de navegación tradicionales nunca faltan en la mesa.
En casos de emergencia el puente de mando se convierte en el centro neurálgico del barco, donde el capitán coordina los equipos de contingencia. En tiempos de calma, la mayoría, se encarga de controlar todos los sistemas de seguridad integral del barco. Por suerte, el capitán del ‘Grand Voyager’, Antonio Toledo, no ha tenido que enfrentarse a ninguna tragedia en sus 20 años de experiencia. “Muchas veces lo más complicado es la propia convivencia durante 24 horas muchos días al año. Hay que hacer de padre, de madre y, a veces, hasta de cura“, reconoce.
La jornada del trayecto hasta Tánger ha sido la más complicada, ya que a partir de esta mañana se espera que el tiempo en el mar vaya mejorando. Y el buque seguirá con su velocidad media de 18 nudos, nada comparado con lo que puede llegar a dar: con un diseño especial y un sistema de propulsión prototipo, el ‘Grand Voyager’ puede alcanzar los 29 nudos. Y eso lo convierte en uno de los más rápidos del mundo.