Así es: deberemos atrasar los relojes una hora, esta madrugada, de manera que a las 3 de la mañana volverán a ser las 2 acabando con el horario de verano y adentrándonos en el de invierno.
¿Para qué este cambio?, hay respuestas para todos los gustos, desde quienes afirman que no vale absolutamente para nada, hasta los que lo defienden para adaptar nuestro cuerpo al cambio de estaciones. La realidad es que se hace porque así lo impone la Directiva Europea del Cambio de Hora, de 1981 y que se confirma oficialmente cada 3 años, que pretende favorecer el ahorro energético.
El cambio de hora y la vuelta al horario de invierno comenzó a generalizarse en 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo y algunos países decidieron adelantar sus relojes para poder aprovechar mejor la luz del sol y consumir menos electricidad en iluminación.
De acuerdo a las estimaciones del Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE), el ahorro en iluminación podría suponer un 5%, unos 300 millones de euros de ahorro. De ellos, 90 millones es lo que nos ahorraríamos los ciudadanos y que no pasa de los 6 € por casa, los 210 millones restantes es lo que dejarían de pagar el resto de los sectores.