ADIF sabía que la curva de A Grandeira era peligrosa, había identificado su peligro, debería haberlo reducido, pero en lugar de hacerlo achacó toda la culpa del accidente de Angrois, en el que murieron 81 personas, al maquinista.
Quien dice esto, por escrito, a la Plataforma Víctimas Alvia 04155, Christopher Carr, jefe de la unidad de seguridad de la Agencia Ferroviaria Europea. Carr desdice a ADIF y señala que el peligro de descarrilamiento en curvas “ha sido conocido por los ingenieros desde que construyeron trenes por primera vez”.
Según informan distintos medios, el personal que intervino en la construcción de la línea férrea, y una vez puesta en funcionamiento, un jefe de maquinistas, señalaron que la curva de A Grandeira era “particularmente difícil”, pero, añade Carr, “esta información pareció no tener efecto, según el informe de investigación de la CIAF”.