Un bombero de 40 años, padre de un hijo, es la víctima número 63 del incendio que arrasa el centro de Portugal. Este hombre, que se encontraba hospitalizado en estado muy grave en Coimbra, había intentado salvar a unas personas que estaban dentro de un coche en llamas.
Según las autoridades portuguesas, tenía lesiones muy graves en el rostro y las vías aéreas muy quemadas y aunque fue sometido a una intervención quirúrgica de urgencia, no ha sido posible salvarle la vida.
En este momento, alrededor de 2.000 bomberos y voluntarios continúan luchando contra el fuego en unas condiciones meteorológicas dificilísimas: altas temperaturas-casi 40 grados- y fuertes vientos que hacen completamente imposible controlar las llamas que siguen avanzando. Las autoridades han reconocido que no pueden parar el avance del fuego que sigue activo con cuatro frentes en tres distritos del centro de Portugal, Leiria -el más afectado-, Castelo Branco y Coimbra.
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El viento está impidiendo que actúen los medios aéreos, especialmente los internacionales puedan actuar y que sea muy costoso que los medios terrestres accedan hasta las llamas que han cercado pueblos enteros.
El Gobierno insiste en que es necesario llegar a todo el territorio para ver si hay más víctimas en pequeñas aldeas, repartidas por la Sierra de Lousã y la cuenca del río Zezere.
