UNICEF muestra su extrema preocupación por el terrible aumento de la “utilización calculada y cruel” de niños, especialmente niñas, como “bombas humanas” en el noreste de Nigeria.
Desde el 1 de enero de 2017, 83 niños han sido utilizados como “bombas humanas”: 55 niñas, la mayoría menores de 15 años, 27 niños, y un bebé que iba atado a una niña. Este número es ya cuatro veces mayor que la cifra global del año pasado.
Los niños utilizados como bombas son, ante todo, víctimas, no perpetradores.
El grupo armado conocido como Boko Haram ha reivindicado en algunas ocasiones estos ataques, cuyo objetivo es la población civil.
La utilización de niños en estos ataques repercute también en los niños liberados, rescatados o que lograron escapar de Boko Haram, ya que aumenta el miedo y la sospecha hacia ellos. Como consecuencia, muchos niños que han logrado dejar atrás su cautiverio se enfrentan al rechazo cuando tratan de reintegrarse en sus comunidades, agravando su sufrimiento.
Esta situación se produce en un contexto de desplazamientos masivos y crisis nutricional, una combinación ya mortal para los niños. Hay 1,7 millones de personas desplazadas debido a la insurgencia en el noreste, el 85% de ellos en el estado de Borno, donde tienen lugar la mayoría de los ataques.
El noreste de Nigeria es uno de los cuatro países y regiones que se enfrentan a la amenaza de la hambruna, con más de 450.000 niños en riesgo de sufrir desnutrición aguda grave este año.
UNICEF está proporcionando apoyo psicosocial a los niños que han sido retenidos por Boko Haram, y también trabaja con las familias y las comunidades para promover su aceptación cuando regresan. Esto incluye proporcionar apoyo para la reintegración social y económica a los niños y sus familias.
Además UNICEF apoya las actividades de reconciliación en el norte del país, dirigidas por líderes religiosos y comunitarios respetados, incluidas mujeres influyentes, para contribuir a promover la tolerancia, aceptación y reintegración.