La crisis no ha tocado los puestos de los grandes banqueros, aunque sí el bolsillo de los ciudadanos y la credibilidad de los políticos. El último en sufrirla ha sido el primer ministro de Japón, Yukio Hatoyama, quien ha anunciado hoy su dimisión. Hatotama, que llevaba sólo 8 meses en el cargo, había sido contestado dentro de su propio partido, y por la opinión pública, que había hecho caer su popularidad a niveles paupérrimos.
El motivo, además e seguir manteniendo una base de los Estados Unidos en territorio nipón, era su plan para reducir la enorme deuda pública japonesa, una estrategia con la que pretendía reactivar el crecimiento, algo que ya ha pasado factura a otros jefes de gobierno y que en España ha hecho que, según diferentes medios, el líder de la oposición se acerque a la mayoría absoluta en estimación de voto.
El ministro de Finanzas, Naoto Kan, será, casi con toda seguridad, el nuevo primer ministro. Kan ha presionado al Banco de Japón a que haga más para combatir la deflación y defiende un aumento del 5% en el impuesto sobre las ventas, iniciativa con la que pretendería aliviar el altísimo coste del sistema de seguridad social japonés.
