Lo que sucede en la Amazonía brasileña estaba anunciado. Ha tenido que llegar la sombra del humo hasta Sao Paulo, a más de 3.000 kilómetros de distancia- aproximadamente la misma que hay entre Vigo y Varsovia- para que esta tragedia se volviese noticia mundial.
El ‘pulmón’ del planeta se quema como nunca lo había hecho: arde cada minuto una superficie equivalente a un campo de futbol y medio– una hectárea y media -. Sólo esta semana las llamas arrasaron más de medio millón de hectáreas de bosque…sólo esta semana ha ardido una extensión mayor que toda la provincia de Pontevedra.
Desde que el filo nazi Jair Bolsonaro llegó a la Presidencia de Brasil el número de incendios ha aumentado casi un 90%, un dato que encaja con sus planes para esta zona – aumentar la industrialización, construir plantas nucleares, impulsar la minería a cielo abierto, duplicar la producción de soya, quitar tierras a los indígenas, retirar a Brasil del ‘Acuerdo de París en 2015’ para reducir las emisiones de carbono antes de 2030- y su creencia-la misma que la de Trump- de que el efecto invernadero y el cambio climático no existen.
Lo que sí existen son los datos, los del propio gobierno de Bolsonaro, que no encuentran parangón en toda la historia en el número, la superficie arrasada y la velocidad de los incendios: casi 73.000 hasta el comienzo del mes de agosto –más de 300 diarios-, en algunas regiones, como el Mato Grosso- donde las grandes corporaciones exprimen el negocio agrícola y monopolizan la exportación de soja, maíz y algodón- el aumento de los incendios supera el 200%, incrementándose, también, en las áreas de especial protección ambiental y en los territorios indígenas…los que no le gustan a Bolsonaro.
Eso sí, este individuo que gobierna Brasil– que está a favor de la tortura, de eliminar a 30.000 personas en su país, aunque sean inocentes, que ha asegurado que preferiría que un hijo suyo muriese en accidente de coche a que fuese homosexual, que defiende que las mujeres ganen menos que los hombres o que sostiene que un policía que no mata no es un policía- ha insinuado, por supuesto sin aportar prueba alguna, que son las ONGs quienes provocan los incendios…aunque es él quien ha acabado con los fondos gubernamentales para la protección del medio ambiente y con los destinados a la modernización de los operativos de lucha contra el fuego.
