JOSÉ MANUEL PENA/ Otra vez está de latente actualidad la polémica sobre la pesca ilegal con el empleo de dinamita para la captura de determinadas especies, cuanto todo parecía indicar que ya era una práctica erradicada de nuestras costas. Las consecuencias devastadoras del empleo de explosivos son evidentes para la merma de la riqueza pesquera de las zonas en las que se utiliza ya que un porcentaje elevado de estas especies van parar al fondo marino contaminando las aguas y creándose verdaderos cementerios de peces en descomposición, además su onda expansiva es diez veces superior en el agua que en el aire.
Muchos armadores y pescadores de puertos pesqueros como el de Portosin dan la voz de alarma sobre una situación y unas prácticas que no son novedosas si tenemos en consideración unas actas de la Cofradía de Pescadores de Carreira y Aguiño que transcriben un triste suceso acaecido a mediados del siglo pasado, concretamente en 1945, por el empleo de la dinamita en la pesca del cerco y donde aparecieron más de cien mil sardinas y otras especies flotando frente a la costa entre Porto do Son y el cabo de Corrubedo.
Es un hecho constatable que era un práctica demasiado habitual, hace varias décadas, la pesca con explosivos y sino el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. En la actualidad está considerado como un delito y está muy perseguido. Cada vez más los pescadores son conscientes de que su uso es perjudicial para todos los sectores y para futuras generaciones. La merma de capturas y la calidad de las especies están implicando al sector para que sea éste el que denuncie las prácticas ilegales en la pesca. Ahora la Administración no puede seguir mirando para otro lado y debe hacer cumplir la legalidad vigente, sin contemplaciones.