20 años en un Mundial y tiene que empezar a ganar frente al casero. Diego Forlán y Pereira aguaron la fiesta a la selección de Sudáfrica y, con ellos, a todos los que vivían dentro y fuera del estadio una jornada de fiesta por el Día de la Juventud, en el que conmemorar a los estudiantes negros muertos en Soweto cuando pedían recibir la misma educación que los blancos. Era la época del apartheid. Ahora, 34 años después, la anfitriona le pone las cosas fáciles a los uruguayos, con un pie en octavos.
Un fútbol sencillo, sin florituras, pero efectivo que aunque no dio una excesiva sensación de peligro supo rentabilizar sus ocasiones: un disparo lejano pasados los 24 minutos del partido, un penalti en la recta final y un remate a medio camino entre la cabeza y la rodilla. La estrella de Sudáfrica, Pienaar, lo intentó, pero no acertó. Los africanos veían cómo se le escapaba entre los dedos todas las opciones sólo 6 días después del arranque de su mundial.