Un partido de infarto, ya no quedan uñas que morderse. No había nadie que no estuviera pendiente del encuentro con el que España ha hecho historia: hasta las pantallas de las tómbolas puestas en las fiestas de Coia retransmitían el partido con el público pegado a ellas y conteniendo la respiración. Hasta el que cantaba los números se despistaba de vez en cuando por mirar de reojo la tele.
Y Villa fue el encargado de obrar de nuevo el milagro de pasar de cuartos. Aunque para conseguirlo tuvieron que sudar la camiseta, y mucho. Paraguay se mostró como un equipo correoso, agresivo por veces, que hizo que los de Del Bosque se sintieran muy incómodos con el balón. La primera parte pasó casi desapercibida, pero la segunda tuvo de todo: dos penaltis, otro a Fábregas no señalado y un esférico que tuvo que rebotar dos veces para entrar.
El primer penalti llegaba en el minuto 57 y lo lanzaban los pies del enemigo. Pero ahí estaba Casillas, que hizo el paradón del siglo. Y cerró más de una boca, ya que está siendo muy criticado porque su novia, reportera de Telecinco, está en Sudáfrica retransmitiendo el Mundial.
Xavi Alonso fallaba un penalti y la moral de los españoles empezaba a tambalearse, pensando en los fantasmas del pasado, rogando por no llegar a la prórroga. Hasta que llegó Villa: a siete minutos para el final metió el gol de la victoria. La Roja no dejaba de mirar el reloj, el tiempo no les daba pasado.
El siguiente paso, el miércoles. Nos estará esperando Alemania con los brazos abiertos y los balones enfilando a nuestra portería. Habrá que estar muy atento para poder volver a reescribir la historia.