Cedió todo el protagonismo al que él considera un héroe que murió por defender la República, Miguel Hernández. Así que en Castrelos no había más hueco que para el poeta, Serrat era como un medium que transmite lo que el andaluz le decía desde el más allá. Joan Manuel Serrat llenó el auditorio de fans que no quisieron perderse el nuevo espectáculo de catalán, ‘Hijo de la luz y de la sombra’, segunda parte de un homenaje a Hernández que comenzó en 1972 y que continuó esta noche sobre el escenario del parque vigués.
Entre bambalinas comenzó a sonar la primera canción, ‘Tres heridas’. Después salía al escenario con la misma sobriedad con la que estaba enfocado el homenaje: vestido sencillo, de oscuro, recordó que en aquel concierto no se escucharía a Serrat, sino al poeta, para disgusto de sus fans.
Acompañando al artista, además de sus seis músicos, proyecciones realizadas por directores españoles de gran talla que acompañaron a los espectadores durante los más de 100 minutos de concierto. Y si con un boas noites saludaba al público, se despedía con ‘Uno de aquellos’, el último disco de este segundo homenaje en el que Miguel Hernández se dejó caer sobre el escenario.