Que fuera sobre las 04:30 horas de la madrugada fue lo que evitó una tragedia mayor. Un terremoto de 7,2 grados en la ciudad de Christchurch, en Nueva Zelanda, se ha saldado con dos heridos graves, importantes daños materiales y cortes de luz y agua. A sólo 10 kilómetros de profundidad, numerosos edificios han quedado destrozadas y los escombros han bloqueado las calles del centro, aunque también podría provocar inundaciones por la rotura de alcantarillado y acueductos.
Además del seísmo, las numerosas réplicas han asustado a la población creando cierto caos en el que los saqueos se han vuelto habituales en las tiendas que han sufrido daños. Aeropuerto y transporte por tren y carretera ha quedado suspendido.