“De la misma manera que condenamos la intolerancia y el extremismo fuera de nuestras fronteras, debemos ser fieles aquí a nuestras tradiciones y comportarnos como una nación tolerante y diversa”. Eso pidió hoy Barak Obama en un acto ante el Pentágono en el que recordó a las más de 3.000 víctimas de los ataques del 11 de septiembre de 2001.
El presidente quiso dejar claro que “Estados Unidos no estará nunca en guerra contra el Islam, sino contra Al Qaeda, una triste banda de hombres que pervierten la religión” y advirtió que su intención es dividir a los norteamericanos “pero no nos rendiremos a su odio”. Para ello pidió a sus conciudadanos a los valores y virtudes que definen a la nación, ya que “el 11 de septiembre de 2001 no fue la religión la que atacó al país, sino Al Qaeda“.
