Y eso que el candidato republicano no lo hizo nada mal. De hecho, los millones de personas que no vieron el debate sino que lo escucharon por la radio se decantaron por él, algo a lo que ayudó su voz profunda y su pausada manera de hablar.
Los debates entre candidatos a la Presidencia de los Estados Unidos no eran nada nuevo en 1960, un siglo antes Lincoln debatió con Douglass para dirimir sus planteamientos, sin embargo la televisión introdujo una nueva manera de plantear estos encuentros, algo que Nixon aprendió tarde, cuando más de 77 millones de norteamericanos, el 60% de la población del país, siguió su contienda con Kennedy por la CBS, ABC y NBC.
Precisamente, esta audiencia fue determinante en aquella elección que se decidió por la diferencia más pequeña de la historia (con independencia de la que dio la victoria a George W.Bush frente a Albert Gore), apenas 112.000 votos de los más de 68 millones emitidos, una distancia que no superó en 0,1%.