Una ventana abierta al blog personal de José Yuste Frías, profesor de la Universidade de Vigo y miembro del Grupo T&P, Traducción y Paratraducción. Porque la traducción va más allá del lenguaje…
Desde que pubiqué la primera parte de ‘Desvelando miradas’, la polémica sobre el uso del velo en espacios públicos no ha dejado de ser actualidad. En mi página de Facebook he seguido dando alguna que otra pista para profundizar en la lectura, interpretación y (para)traducción del símbolo del velo que se está realizando en Europa, en general, y en España, muy en particular. Para esta segunda parte de ‘Desvelando miradas’ me gustaría someter a comentarios en mi blog una traducción cultural muy especial. Se trata de la muñeca Fulla.
Fulla es el nombre sirio de una variedad de jazmin con el que se bautizó en 2003 una muñeca fabricada en China (¿cómo no?) para la empresa siria NewBoy con sede en los Emiratos Árabes Unidos. La imagen de la flor de jazmin aparece siempre junto al nombre en todos los productos derivados de este juguete. Soy consciente de que las comparaciones pueden llegar a ser odiosas pero dado que en traducción siempre trabajamos comparando y como quiera que a este juguete se le conoce como la «Barbie musulmana», se impone una breve descripción contrastiva.
Frente al vestuario desenfadado y algo exhibicionista de la Barbie rubia con ojos azules de Mattel, Fulla («morena como la tierra de mi país y como mis amigos» reza su publicidad) viste siempre que sale a la calle respetando los códigos vestimentarios del mundo árabe, socialmente aceptables y, por consiguiente, islámicamente correctos. Existe la Fulla estilo península arábiga (con abaya negra), la Fula sirio-libanesa o la Fulla soft-islam al estilo egipcio. La misma muñeca con indumentarias de distintos colores pero que, en ningún momento, desvela ni un sólo centímetro más de piel del admitido culturalmente en los espacios públicos.
El éxito de la muñeca reside muy precisamente en esos distintos grados de localización del producto comercial. Las niñas árabes se sienten, tanto física como moralmente, mucho más identificadas con Fulla que con Barbie. Y es que una muñeca es siempre un «modelo». Fulla es una niña buena que nunca pierde el respeto a sus padres, que ayuda en casa, buena compañera, buena patriota y, por supuesto, buena musulmana (la alfombra para rezar figura entre sus accesorios). Pero todo esto, no significa que Fulla sea una ñoña, todo lo contrario, también se vende como «doctora» y «profesora». Si la muñeca Fulla gusta a las niñas árabes no es porque se trate de un objeto religioso, sino porque el aspecto religioso del juguete paratraduce una voluntad de afirmar una muy determinada identidad bastante alejada de la transmitida por la ideología de la American Way of life de la muñeca Barbie fabricada por Mattel.
Leer la versión completa editada por el autor