No hay quien pueda con las tradiciones. Ni el mal tiempo (aunque hoy la lluvia dio una pequeña tregua) ni la crisis hicieron mella en el Día de Difuntos, que de nuevo llenó los cementerios de vigueses de familias enteras que quisieron visitar a sus parientes y a dejar flores y velas encendidas a modo de conmemoración. Abiertos durante diez horas seguidas, fueron miles de personas las que esperaron al propio día para honrar a sus muertos.
Sin embargo, esta gran afluencia de ‘público’ lleva abarrotando los cementerios municipales desde el pasado jueves. Los más previsores quisieron evitar aglomeraciones dejando sus ramos con antelación, también para intentar evitar las flores agotadas y la subida de precios que se dan en los últimos días. Para los que esperaron hasta el final, flores entre 6 y más de 120 euros, dependiendo de la opción, aunque crisantemo, clavel, rosa y margarita siguen siendo las preferidas de los vigueses. Los colores, blanco y rojo, aunque cada vez se abre más el espectro de colores.
Entre las curiosidades, el despiste de los visitantes ante el remodelado Pereiró. Los cambios en las direcciones de tráfico provocó algún que otro despiste que acabó en choque o con los agentes de la policía municipal teniendo que ayudar a recorrer tramos marcha atrás para evitar atropellos, además de los típicos atascos de tráfico por la falta de espacio para aparcar. Además, más de uno se preguntaba dónde estaban los puestos de flores, desterrados este año a la zona alta del cementerio hasta que no vuelvan a recuperar sus casetas a las puertas de Pereiró.