JOSÉ MANUEL PENA/ Cada vez hay más canales de televisión y programas del corazón y cotilleo que son un claro ejemplo de telebasura. No hay respeto por nadie ni por nada, los invitados y colaboradores de algunos programas no son un ejemplo de humildad y honradez. Todo se mueve alrededor de los índices de audiencia y todo está permitido: insultos, humillaciones, mentiras, descalificaciones constantes entre los contertulios y personas invitadas…
Si algunas televisiones privadas reflejan la realidad social actual, con este tipo de programas, desde luego la educación y el respeto brillan por su ausencia. A vividores, proxenetas, maltratadotes, delincuentes, personajes con doble moral, mafiosos o defraudadores se les brinda la oportunidad de engrosar sus cuentas corrientes siempre y cuando saquen los trapos sucios de personajes famosos o responsables políticos y sociales. Aquí vale todo, una mentira, un testigo amañado o una fotografía trucada puede acabar con la reputación, la dignidad o la honorabilidad de cualquiera.
Es verdad que el tiempo pone a cada uno en su sitio pero mientras tanto vemos a personas destruidas anímicamente por culpa de personajes de escasa catadura moral y de trayectoria personal y profesional poco ejemplares. Los valores brillan por su ausencia y cuanto más chulo y prepotente sea el personaje mayor nivel de audiencia. Sin duda alguna, y por desgracia, la telebasura ya forma parte de nuestras vidas.