A rajatabla. Así se está cumpliendo, al menos en Vigo, la prohibición de fumar en lugares cerrados o cerca de hospitales. Esta mañana vigoalminuto ha recorrido parte de la ciudad para comprobarlo y hemos podido ver gente sentada en las terrazas, aunque no hacía precisamente calor, clientes de cafeterías fumando a la puerta o trabajadores del Xeral echando un pitillo lejos de la entrada de Urgencias. “El café con el cigarrillo, que era una tradición española, se ha acabado“, nos comenta un señor a la puerta de un bar mientras apura las últimas caladas.
Sin embargo no le parece mal, “todo lo que sea fumar menos está bien, no puedo oponerme a esto”; la opinión no la comparte ni la persona que le acompaña ni el dueño del café, “es demasiado radical, si tenemos espacios adecuados para fumadores con extractores de humo, ¿para qué esto ahora? ¿quién va a pagarme la obra qué he hecho?”. El gerente también se queja de que hay menos consumición, “la gente entra se toma lo que sea y sale rápidamente a fumar, hoy me han pedido la mitad de tapas o de bollería que otros días”.
El público parece haberse tomado lo de la nueva normativa en serio y esta mañana en cinco farmacias no hemos encontrado chicles de nicotina, y eso que no son especialmente baratos: algo más de 25 € la caja. “La última semana del año se han despachado más que en los seis meses anteriores”, asegura un farmacéutico del Centro mientras informa a una clienta que sólo le quedan caramelos, que para los chicles tendrá que esperar a mañana. “Los que más busca la gente son los Nicorette de fresa de 2 miligramos de nicotina”, indica leyendo en el ordenador. “No es lo mismo que otros años, que mucha gente hace propósito de fumar, parece que esta vez el que no se pueda en ningún sitio ha decidido a muchas personas a intentar dejarlo”. Eso sí, advierte que con los chicles o parches no es suficiente, “hace fuerza de voluntad, la tentación es fuerte y el tabaco es muy adictivo, aunque creo que además de la ley esta ayudará a dejarlo lo que ha subido el precio de las cajetillas”.
Pero no tanto. En los estancos no se ha notado gran cosa, “la gente sigue comprando igual: se fuma en la calle o en casa y listo, sólo ha cambiado lo de los bares, ahora ya no se podía fumar en el trabajo, así que, a no ser que estés muy mal de dinero o no te guste el tabaco de liar, por el precio no te quitas”, cree el dueño de uno de ellos. Otro nos dice que las ventas llevan bajando desde hace tres o cuatro años, y que “el prohibir fumar en los bares va a decidir a mucha gente a intentar dejarlo o a fumar menos “.
Sin embargo, a lo que no está dispuesto nadie, ni los camareros no fumadores, ni los clientes de las cafeterías, usuarios de hospitales o antifumadores es a denunciar a quien no cumpla la ley, como ha pedido la ministra de Sanidad. “Eso es una tontería”, enfatiza una señora “¿a quién vas a denunciar, en dónde? ¿vas a llamar a la Policía porque alguien se eche un pitillo? ¿No tendrán otra cosa que hacer?”. De la misma opinión es el dueño de un local del Casco Vello, “si alguien entra con el pitillo, como ha pasado, lo avisas y listo, estamos como para perder clientes, lo que nos faltaba, vamos”.