En el PSOE deben estar acordándose, además de Felipe, de aquella frase suya en la que aseguraba que los ex presidentes son como jarrones chinos “nadie sabe dónde colocarlos para que no estorben”. ¿Por qué? Porque Felipe González reabrió ayer un tema que no gusta a nadie en el Partido Socialista, la posible candidatura, o no, de Zapatero para un tercer mandato. El ex presidente aseguró que su sucesor puede decidir encabezar el cartel pero que “es el partido el que tiene que decidir”.
“La libertad de una persona que ejerce el liderazgo solo es plena con el límite de la responsabilidad para decir que no es candidato, pero serlo depende del funcionamiento democrático y orgánico de una estructura de partido“, aseguró Felipe, pero lo peor vendría después cuando declaró que, en su opinión Zapatero habría decidido no presentarse ya que, a tenor de sus palabras (que sólo le había comunicado a una persona del PSOE y a su mujer sus intenciones) “sólo es libre para decidir que no sigue, el que siga no depende de él sino del partido”.
El que fuera presidente del Gobierno más de 13 años, sabe bien de qué habla puesto que su intención fue no haber sido candidato en las Generales de 1993 y 1996, pero el PSOE le obligó a serlo. Otra prueba de la apuesta de González fueron sus piropos al vicepresidente Rubalcaba del que dijo que es un todoterreno de la política “que lo mismo va por un camino rural que por una autopista”. Por último respondió con ironía a la pregunta de si la salida de Álvarez Cascos del PP debilita el liderazgo de Rajoy, “eso no”, contestó.