Después de días de protestas y unos cuantos muertos, Hosni Mubarak ha parecido darse por enterado y ha movido ficha para intentar contener las protestas en Egipto, aunque no ha hecho lo que todo el mundo esperaba, dimitir. El presidente egipcio ha pedido a todo su Gobierno que dimita para nombrar un nuevo Ejecutivo después de una jornada de manifestaciones masivas en contra del régimen que ha obligado al Ejército a salir a la calle.
Mubarak, en el poder desde 1981, ha prometido avanzar en las reformas políticas para “devolver la soberanía al pueblo”: trabajará para reducir el desempleo, mejorar la educación, el sistema sanitario y mantener la seguridad en el país. Las primeras declaraciones públicas del presidente de Egipto, en donde el lunes comenzó una revuelta que ayer acabó con más de 50 muertos y un millar de heridos sólo en dos de las principales ciudades del país, El Cairo y Suez.
La decisión de Mubarak, en la que no se contempla su dimisión, no ha conseguido aplacar los ánimos entre los manifestantes, que a lo largo del día de hoy se concentrará en el centro de El Cairo. Ni siquiera el toque de queda ha podido sacar a los egipcios de las calles, en las que piden un cambio total de régimen. Por el momento, ya se han recuperado las conexiones telefónicas con el país, aunque el acceso a Internet, cortado ayer para intentar obstaculizar las manifestaciones, sigue sin restablecerse.