40 páginas en las que se denuncian las torturas utilizadas por parte del Gobierno norteamericano en Guantánamo y en los centros secretos de la CIA repartidos por todo el mundo. Así son las dos denuncias criminales que dos demandantes individuales tenían previsto presentar ante el Fiscal General de Gienebra ayer contra el ex presidente George W. Bush, que curiosamente suspendía su viaje a Ginebra para este sábado, ya que podría ser detenido por las autoridades suizas.
Con los argumentos de tres organizaciones de Derechos Humanos detrás y el apoyo de otras 22 instituciones, las acusaciones podrían usarse como denuncia tipo en cualquier país en el que se haya ratificado la Convención contra la Tortura y el Maltrato de Naciones Unidas, unos 147 en todo el mundo que estarían obligados a investigarle y enjuiciarle en caso de haber pruebas suficientes.
La denuncia se basa en 2.500 páginas de memorandos oficiales dictados por el propio Bush o por subordinados en los que se ostenta la responsabilidad individual por los actos de tortura contra los detenidos, ya que “ordenó, aprobó, planificó o asistió e indujo por otros medios a estos actos o dejó de evitar o castigar a sus subordinados por la comisión de dichos actos”. Tema peliagudo sobre todo al llegar al tema del terrorismo.