Japón empieza a tener cifras oficiales tras la tragedia: el terremoto de 8,9 grados en la escala de Ritcher que sufría a primera hora de la tarde (madrugada hora española) y el posterior tsunami han dejado un balance de al menos 88.000 desaparecidos y al menos un millar de muertos. La zona más perjudicada ha sido la de Sendai, donde la ola de 10 metros arrasó con todo a su paso, incluidas casas y un par de trenes balas que han desaparecido. Sólo en esta zona ya se han encontrado al menos 300 cuerpos bajo el agua.
Ahora las secuelas del tsunami comienzan a llegar a la costa este de América. Las primera olas ya han llegado a Hawaii y México, aunque con menor fuerza de la esperada. Mientras, California ha cerrado sus playas y Nicaragua y El Salvador a dado orden a los pescadores de volver a tierra, ya que se espera la llegada de la ola a partir de las 22 horas (hora española). Los expertos advierten de que la gente no se confíe, ya que las olas más dañinas no son las primeras en llegar.
El país, paralizado
El terremoto ha paralizado los transportes por mar, carretera y tren en buena parte del país, incluido el tren bala, y han interrumpido el tráfico aéreo en Narita y Haneda a la espera de verificar el estado de las pistas. Ahora todas las miradas están puestas en la central nuclear de Fukushima-Daichii, donde la presión de uno de los reactores está subiendo y empieza a haber riesgo de fuga. Por si no consiguen volver a poner en marcha el sistema de refrigeración, más de 3.000 personas que viven en un radio de 3 kilómetros a la redonda fueron evacuadas.