Usar agua de mar para enfriar el reactor nuclear, como están haciendo los japoneses en Fukushima, da una idea de la desesperación en la que se encuentran. Y es que el terremoto y tsunami que arrasaron el pasado viernes el noroeste de Japón han dejado sumido al país en la peor catástrofe desde la II Guerra Mundial. Por el momento la cifra de muertos podría pasar de los 10.000, muy por encima de los 6.500 fallecidos registrados en el gran seísmo de Kobe hace más de 15 años.
Mientras, los técnicos cruzan el perímetro de seguridad de 20 kilómetros alrededor de la central nuclear de Fukushima ataviados con trajes aislantes al tiempo que se produce el primer éxodo nuclear desde Hiroshima y Nagasaki. Más de 180.000 personas ya han sido evacuadas, pero el miedo a un nuevo Chernóbil hace que incluso fuera del perímetro de peligro los habitantes intenten escapar y refugiarse en otro lado y los controles policiales no dejan acercarse a menos de 30 kilómetros. Los esfuerzos se centran ahora en intentar enfriar el núcleo de la central, con dos reactores muy dañados. Además, otras dos centrales nucleares más se encuentran en estado de emergencia.
Niveles de radiación
Los niveles de radiación ya han superado el límite de seguridad en los alrededores de la planta y unas 200 personas se encuentran en observación tras haber estado expuestas a cantidades no concretadas de radiación. Como acción preventiva, las autoridades de varias ciudades cercanas a las centrales nucleares han empezado a distribuir medicamentos destinados a paliar los efectos de una hipotética contaminación radioactiva en estaciones de policía y hospitales.
Mientras, a los 65.000 efectivos del Ejército japonés que se han desplegado para las labores de rescate, habrá que sumar en breve la ayuda que otros 69 gobiernos y 5 instituciones han comprometido para paliar los efectos de la tragedia.