Quedan 8 días de inauguraciones. No es que se acabe el mundo, sino que se impone la ley electoral. Exactamente el artículo 50 que señala que “desde la convocatoria de las Elecciones y hasta su celebración, queda prohibido cualquier acto organizado o financiado, directa o indirectamente, por los poderes públicos que contenga alusiones a las realizaciones o logros obtenidos”. Ello incluye, expresamente “cualquier acto de inauguración de obras o servicios públicos o proyectos de éstos, cualquiera que sea la denominación utilizada, sin perjuicio de que dichas obras o servicios puedan entrar en funcionamiento en dicho período” y abarca la prohibición a los partidos de poner anuncios pedir el voto y hacer propaganda electoral desde el 28 de este mes y hasta el 6 de mayo, fecha de inicio de la campaña electoral.
Esto ha hecho que entre los políticos hayan contraído la ‘inauguritis’, enfermedad que se manifiesta por la prisa en inaugurar lo que sea, con tal de que sea antes de que se acabe el plazo legal para ello. Sin embargo, la ley no tapa todos los resquicios y ya hay quienes han encontrado alguno por donde colarse: las visitas. La Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) no especifica que los candidatos tengan limitado el poder visitas las obras que se están llevando a cabo y que, en el caso de Vigo, no son pocas. A las humanizaciones, entre ellas las de la rúa Oporto, las de la confluencia de Aragón y Jenaro de la Fuente, parte de la Gran Vía, se unen la inauguración oficial del Auditorio, que podría ser la próxima semana. También está en obras parte del Casco Vello o la pinacoteca de Abeleira Menéndez, lo mismo que varios de los proyectos acometidos por la Autoridad Portuaria.
Por ello, que nadie se extrañe si desde el día 28 empiezan las visitas masivas a zanjas, fochancas y hay una aglomeración de políticos junto a los jubilados que vigilan a los obreros desde detrás de cualquiera de las más de 9.000 vallas que están colocadas en toda la ciudad.