Es el último paso para conseguir derrocar al Gobierno: el apoyo del Ejército a la revolución que el pueblo llano está llevando a cabo en Yemen. Después de días de revueltas y de la dimisión de distintos cargos importantes, las fuerzas armadas han desplegado los carros de combate en Saná. La gota que colgó el vaso fue la declaración publica del general de división Mohamed Ali Mohsen de que apoyaba la revolución del pueblo y sus peticiones de que Saleh deje el poder después de 32 años al frente del país.
Es la primera vez que un mando militar de semejante calado anuncia su deserción y ha servido para que numerosos oficiales de todos los rangos siguieran su ejemplo y se unieran a la manifestación que los ciudadanos estaban realizando frente a la Universidad de Saná. Además, a esta dimisión se suma la del gobernador de la segunda ciudad del país, Adén, de los embajadores de Siria, Kuwait y Arabia Sauí y de otros cinco países europeos.
Al borde de una guerra civil
En Yemen ya casi no queda nadie del Gobierno de antes de las revueltas. Los ministros de Turismo, Asuntos Religiosos y Derechos Humanos y 17 diputados han dimitido, lo que ha obligado al dictador a destituir al gobierno en pleno. Mientras, más de 10.000 personas se han reunido hoy en la plaza de Saná coincidiendo con el redo del mediodía, pero lo han tenido que hacer en medio de militares protegiendo los principales edificios gubernamentales de la capital y la sede del partido.