Eso es lo que tendrá que aportar la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional para rescatar la economía portuguesa. Para ello, según ha adelantado ya el ministro finlandés de Economía, el gobierno luso tendrá que aprobar un plan de ajuste más duro que el que proponía el primer ministro en funciones, José Sócrates, y cuyo rechazo en el Parlamento provocó su dimisión. Hyrki Katainen fue cortante como una navaja al hablar de este tema, “el plan de ajuste debe ser realmente estricto porque de lo contrario no tiene sentido avalar el crédito de nadie”.
Si Katainen fue duro, su colega sueco, Anders Fog, ha saltado a la carótida de los políticos portugueses “han hecho políticas irresponsables, perdiendo demasiado tiempo en luchas partidistas y causando con ello la pérdida de miles de empleos”.