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El tatuaje fue el chivato

El asesino, en este caso, no fue el mayordomo, sino el propio Anthony García. Y presumir de lo hecho haciéndoselo tatuar en el pecho le ha costado caro. Cuando los policías de Pico Rivera, una ciudad californiana mayoritariamente hispana, lo desnudaron para sacarle las fotos de rutina se encontraron dibujado en el pecho una imagen con todo lujo de detalles sobre el asesinato de un miembro de una banda rival en 2004.

Cuatro años después detuvieron a García por conducir sin carnet, aunque desde entonces está ingresado en prisión por un delito de asesinato en primer grado del que en breve saldrá la sentencia. Fue el propio García el que confesó el crimen ante las evidencias.

Todos los detalles

El tatuaje no se dejaba ni un sólo detalle fuera: incluía las luces de Navidad que representan la fecha del asesinato, el nombre de la calle, la licorería en la que ocurrió, la posición del cuerpo del muerto al caer tras ser tiroteado aunque en forma de cacahuete, mote de la pandilla de García puesto a sus rivales.

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