Estaba a tan solo 500 metros de la pista de aterrizaje en la que iban a entrar en el aeropuerto de Kaimana, en Indonesia, cuando la aeronave militar, un turbohélice de fabricación china, perdió el control y acabó estrellándose en el mar. El avión explotó y se rompió en varias partes al chocar contra el agua. El balance: 27 muertos, todos los pasajeros que iban a bordo, de los que ya se han recuperado 15 cuerpos.
Las malas condiciones meteorológicas, con escasa visibilidad, han podido ser una de las causa del siniestro. Aunque Indonesia depende en gran medida de las rutas aéreas para unir las cerca de 6.000 islas habitadas de las que dispone, la Unión Europea la metió hace cuatro años en su lista negra a las 51 aerolíneas que operan allí debido al elevado número de accidentes.