Bin Laden no era tan antiamericano como presumía, no hacía ascos a la industria occidental, veía porno, fumaba marihuana, se teñía la barba y no se le levantaba, por lo cual echaba mano de la viagra. Este es el retrato que hacen los norteamericanos del líder de Al Qaeda, basándose en los objetos personales encontrados en su casa o fiándose de testimonios tan objetivos como el de su tendero.
Aunque no vivía solo en la ‘mansión’ en la que Obama dice que fue abatido, se ha asegurado que todo lo que se ha encontrado, empezando por vídeos digitales, recientes y muy numerosos de porno…y eso que no disponía de conexión a Internet. Además bebía Coca-Cola y Pepsi a todas horas, su tendero, Anjum Qaisar, ha asegurado que compraba ambas bebidas en abundancia, no se privaba de un buen tazón de leche Nestlé y se lavaba la barba con buenos champús.
Aunque se ha difundido que no salió de la ‘fortaleza’, el terrorista tenía a su disposición coches japoneses: un Mitsubishi Pajero (que en España, por motivos comerciales se llama Montero) y una furgalla Suzuki. No se sabe si se sentaba en sus mullidos asientos para ponerse hasta las cejas con los canutos que se hacía con la ‘maría’ que cultivaba fuera del recinto o, pese a no ser un Simca 1000, se daba alguna alegría en el asiento trasero, algo para lo que necesitaría el bote grande de vaselina que escondía o, más seguramente, el sirope de avena que no dejaba a sol ni a sombra y que es un sustituto natural de la viagra.
Además de todo esto se ha sabido que Bin Laden estaba ya para el arrastre y es posible que se hubiese muerto ya del susto, puesto que tenía a mano medicamentos para la tensión, las úlceras, los herpes y el dolor nervioso. En cualquier caso, era presumido a más no poder…no es que su chilaba, en la que se encontró cosido un bolsillo en el que ocultaba 500 €, fuese de Armani, no: es que se teñía la barba. La CIA lo ha deducido porque en uno de los vídeos que guardaba se le ve con ella blanca y en un comunicado, de fecha posterior, que pretendía difundir, se presenta con ella toda negra.
Por si las investigaciones de los servicios de inteligencia estadounidenses no fuesen suficientes, el terrorista lo escribía todo en un diario a mano…y en ordenador. Tanto escribía, entre peta y polvo va polvo viene, que había llenado diez discos duros, cinco ordenadores y más de cien dispositivos de almacenamiento como CDs, DVDs y memorias USB.