El padre Ricardo Seppia, un cura de 51 años párroco en la villa de Sastri Ponente, cerca de Génova, y consejero del Vaticano en materia de pederastia, fue arrestado el viernes pasado, 13 de mayo, bajo acusaciones de pedofilia y tráfico de drogas. Los detectives policiales afirman que en conversaciones telefónicas pinchadas, Seppia pidió a un traficante marroquí que le facilitara encuentros sexuales con jóvenes vulnerables.“No quiero niños de 16 años, mejor más jóvenes, de 14, que estén necesitados y tengan problemas en casa”, le dijo el sacerdote al traficante.
Se da la casualidad de que el cardenal Angelo Bagnasco, cabeza de la Conferencia Episcopal Italiana, que ha estado trabajando con el Papa para establecer una nueva política más dura con los casos de pederastia que se están produciendo en el seno de la Iglesia, estuvo de visita el día 14 de este mes mayo en la parroquia del Santo Spirito, donde Seppia ejerce como sacerdote.
Según ha publicado el diario La Stampa, que ha tenido acceso a la investigación, Seppia, acusado de besar y tocar a un monaguillo menor de edad, dijo a un amigo, un antiguo seminarista y barman que es actualmente objeto de investigación, que los centros comerciales de la ciudad fueron los mejores lugares para atraer a menores de edad.
El lunes, 16 de mayo durante el interrogatorio formal ante la magistrado Anna Giacalone, Seppia optó por no responder y la juez decretó su ingreso en prisión, en una celda aislada para evitar un riesgo de recaída o manipulación de pruebas que apuntan a que, además de al monaguillo, el padre acosó a otro menor con “mensajes e invitaciones apremiantes”.
