JOSÉ MANUEL PENA/ La Unión Europea cuenta con una estrategia global de seguridad alimentaria que no se aplica únicamente a los alimentos, sino a la salud y bienestar de los animales y plantas. Así el objeto fundamental es el de garantizar la trazabilidad de los alimentos desde “la granja a la mesa”, manteniendo un sistema eficaz de control y una gestión científica de los riesgos que actúan sobre la producción y la comercialización.
Los objetivos básicos de la Unión Europea, en esta materia, es la protección de la vida y la salud de las personas, así cuando un alimento peligroso forma parte de un lote o de una carga, se presume que todo el lote es peligroso y se retira del mercado. Rápidamente se pone en marcha un sistema de alerta rápida, dependiendo ésta de una decisión política, en función del nivel de riesgo y es la propia Comisión y la Autoridad europea de seguridad alimentaria los que realizan los análisis científicos y técnicos oportunos.
Por eso resulta extraño que, desde un país como Alemania, se acuse públicamente a productores españoles de que los pepinos sean los causantes del brote de infecciones, sin conocer los análisis científicos correspondientes. Ahora queda demostrado que ya no son los productos españoles los causantes de la bacteria mortal pero el daño ya está ahí para un gran colectivo de explotaciones agrarias de nuestro país, que siempre presumieron y gozaron de calidad, dentro y fuera de la propia Unión Europea.