JOSÉ MANUEL PENA/ Casi cada semana nos encontramos con casos de violencia de género, donde las mujeres son las víctimas inocentes de una sociedad enferma por causa de siglos de machismo, muy difícil de erradicar. Ya va siendo hora de que los servicios sociales y los centros de salud se preocupen de acoger campañas de salud mental y psicológica para muchos hombres que viven con sus parejas, como se hacen campañas masivas de vacunación o detección precoz de cáncer, por ejemplo.
Cuando vamos por la calle y si de verdad es que la cara es el espejo del alma observamos a demasiadas personas con la mirada perdida, poco comunicativos, con frecuentes cambios de personalidad o simplemente con ansiedades o depresiones frecuentes y que no acuden en busca de ayuda profesional. Son posibles maltratadores, asesinos, acosadores o delincuentes en potencia que necesitan ayuda, aunque ellos no sean realmente conscientes.
La administración debería dar un paso adelante y avanzar en la lucha contra la violencia en general y la doméstica en particular. Se podrían evitar situaciones límites e irreparables si somos capaces de prevenirlas. Lo peor de todo es que hay un importante machismo residual, en muchas ocasiones, amparado por madres inconscientes que mal educan a sus hijos y le transmiten valores y costumbres propias de otras épocas, donde todo se ocultaba por vergüenza y el hombre era el cabeza de familia bajo el ordeno, mando y hago saber.
Quizás tengan que pasar varias generaciones para cambiar ciertas actitudes pero es responsabilidad de todos que la igualdad real lo sea lo antes posible.