Eso ha asegurado Benedicto XVI, durante la misa que ha celebrado en la Basílica de San Pedro con ocasión del Petecostés. El Papa ha recordado a los cristianos que la Iglesia “es santa, no por las capacidades de sus miembros” sino porque “Dios mismo, con su Espíritu, la crea y santifica siempre”.
Su Santidad ha subrayado que la Iglesia “no deriva de la voluntad humana, de la reflexión, de la habilidad del hombre o su capacidad organizativa” puesto que “si fuera así ya se habría extinguido desde hace tiempo, como pasa con cualquier cosa humana“.
Y ha añadido “la Iglesia es el cuerpo de Cristo, vivificado por el Espíritu Santo” precisando que “desde el principio, la Iglesia es una, católica y apostólica, esta es la verdadera naturaleza de la Iglesia y como tal debe ser reconocida”.