Nacían con la intención de conceder pequeñas cantidades a intereses pequeños para las pequeñas empresas, sobre todo en los países en vías de desarrollo, pero no ha funcionado como se esperaba. Un estudio de la Universidad de Yale asegura que estos créditos no estimulan el crecimiento económico, sino que sólo ayudan a afrontar los imprevistos diarios de familias pobres.
Según un análisis de microcréditos concedidos en Manila, esta ayuda no aumentó los beneficios ni supuso una mejora en la calidad de vida de los empresarios, aunque sí consiguió darles una mayor capacidad para manejar imprevistos como enfermedades.