El estado de salud de Nelson Mandela preocupa a los sudafricanos. El ex presidente, Premio Nobel y líder de la lucha contra el aparheid, no sólo no ha asistido a los actos de celebración del primer siglo de vida del Congreso Nacional Africano (CAN), sino que no se ha difundido mensaje alguno a los centenares de miles de asistentes al mitin que celebrado en Bloemfontein en el que ocupaban la tribuna el presidente del país, Jacob Zuma, el arzobispo Desmond Tutu o el activista pro derechos civiles estadounidense, Jesse Jackson.
El secretario general del CAN, Gwede Mantashe señaló que Mandela “estaba animado, pero muy, muy mayor“, un comentario que es excepcional cuando se trata de la salud del ex presidente, al que no se ve en público desde julio de 2010 y que apareció en la televisión a principios de octubre, alrededor del cual su familia ha impuesto un rígido dique de silencio desde que hace un año fuese hospitalizado aquejado de una neumonía. El último dato fiable sobre el estado de Madiba lo dio su cocinera, Xoliswa Ndoyiya, en un raro testimonio de una persona próxima,a finales de diciembre; durante la presentación de un libro de recetas, Ndoyiya aseguró que estaba “bien” y que disfrutaba de su vida en una granja de Qunu.
Sin embargo, comentarios oficiosos de miembros del gobierno sudafricano y del cuerpo diplomático, Mandela tiene muchas dificultades para moverse, está prácticamente sordo, apenas habla y, hace meses, que sufre constantes y prolongadas lagunas de memoria.