Las respuestas emocionales femeninas pueden variar de forma significativa antes de la menstruación; las mujeres pueden sentirse deprimidas o de mal humor durante la menstruación o la fase premenstrual, conocida como síndrome premenstrual (SPM). Aproximadamente, el 75% de las mujeres en edad reproductiva sufren cambios de estado de ánimo premenstrual o malestar físico, de acuerdo con las conclusiones de un estudio titulado “El impacto de los estrógenos en las emociones: un estudio neurocientífico, psicológico y endocrino”, realizado por el profesor Luo Yue-Jia, de la Facultad del Cerebro y Ciencias Cognitivas de la Universidad Normal de Beijing, y el doctor Chen Chunping, del Instituto de Psicología de la Academia China de Ciencias.
Para la realización de dicha investigación, publicada en ‘Science China:Life Sciences‘, ambos doctores realizaron una revisión sistemática de la influencia hormonal en los estados de ánimo femeninos, en los campos de la neurociencia, la psicología y la endocrinología y comprobaron que los escáneres cerebrales muestran un aumento significativo de la actividad en la corteza medial orbitofrontal, relacionada con el procesamiento emocional, antes de la menstruación, aunque las respuestas emocionales de las mujeres no varían significativamente. La relación entre el estrógeno y las emociones fue investigada por primera vez hace 100 años, y se ha demostrado que los estrógenos puede mejorar el humor.
El aumento de la vulnerabilidad de las mujeres ante los trastornos depresivos se produce, generalmente, entre el inicio de la pubertad y la edad de 55 años, según los cambios en los niveles de estrógeno. Además, se cree que alrededor del 95% de las mujeres padecen psicosis recurrente, o un aumento notable en las emociones negativas, debido a la fluctuación de los niveles de estrógenos endógenos.
Los estrógenos poseen una amplia gama de efectos sobre el cuerpo y el cerebro; ejercen una influencia sobre el sistema nervioso central a través de complejos mecanismos fisiológicos y psicológicos; pueden afectar a la generación y eficiencia de los neurotransmisores en la amígdala, el hipocampo y los lóbulos prefrontales, áreas del cerebro relacionadas con la emoción y la cognición, y participan en el cambio de comportamiento emocional.