Cada vez parece más claro que el rival de Obama en las Elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre será Mitt Romney. Ni los ataques del ala derecha de su partido, el Republicano, ni las filtraciones sobre su patrimonio, sus ingresos o sus cuentas e inversiones en paraísos fiscales, han alterado la campaña del exgobernador de Massachusetts quien, esta madrugada, hora española, se ha impuesto en las primarias de Florida, un estado clave para llegar a la Casa Blanca, logrando más del 46% de los votos, 15 puntos por encima de su principal oponente por la nominación, el hiperderechista Newt Gingrich.
Gingrich, que había dado la sorpresa hace apenas 10 días haciéndose con la victoria en Carolina del Sur, ha conseguido el 31,9 % de los votos, el exsenador por Pensilvania Rick Santorum, con un 13,4%; y al congresista texano Ron Paul, un 7%.
Romney, que ya se había dado por ganador apenas cerrados los colegios electorales, se ve ya como candidato republicano y, lejos de atacar a sus contrincantes ha calificado este sistema de elección como el más adecuado, “unas primarias competitivas no nos dividen, nos preparan, y ganaremos“, ha clamado, antes de añadir ante la euforia de sus incondicionales, “mi liderazgo pondrá fin a la era Obama y comenzará una nueva era de prosperidad estadounidense. Cuando nos reunamos aquí dentro de siete meses en nuestra convención, el nuestro será un partido unido con un ticket ganador para Estados Unidos”.
Aunque ha dado un gran paso, Romney tendrá que seguir trabajando para hacerse con la victoria en las próximas citas una vez que Gingrich, lejos de plantearse abandonar haya anunciado que seguirá compitiendo en cada estado mostrando su seguridad de que será él quien se enfrente al presidente, “vamos a ganar y seremos los elegidos en agosto”, ha prometido a sus seguidores.
