Eso aseguró el yerno del Rey durante su declaración ante el instructor del caso Palma Arena, el juez José Castro. Pese a que el Rey le ordenó dejar sus negocios en 2006, hasta 2008 Urdangarín no rompió relaciones con su entonces socio en el Instituto Nóos, Diego Torres, y lo hizo en ese momento porque “tenía la sensación de que las cuentas no eran transparentes”. Esas han sido las palabras del duque de Palma, de acuerdo con parte de su declaración que ha transcendido a la prensa. ¿Por qué, si tenía esas sospechas Urdangarín no denunció a Torres? porque se dedicó a otros proyecto y porque “no tenía las evidencias legales que posibilitaran el denunciarle”…es más, no quiere hacerlo hoy, tal y como contestó al fiscal Horrach.
Los fiscales y las acusaciones particulares creen que el marido de la infanta Cristina y su ex socio urdieron un entramado societario cuando ambos estaban al frente de Nóos, en teoría una organización sin ánimo de lucro, con el fin de apoderarse de los fondos públicos y privados que recibía la entidad. Para ello, fijaban precios desproporcionados por los servicios que prestaban a la Administración y posteriormente simulaban trabajos ficticios a empresas de ese entramado, con lo que las mencionadas cantidades acababan, presuntamente, en manos de empresas que controlaban ambos, como Consultoría Estratégica, Aizoon S.L., que en un 50% es propiedad de la hija menor de los Reyes, Virtual Strategies S.L., Shiriaimasu, Intuit Strategy Innovat y De Goes Center For Stakeholder Management, empresas que, junto al Instituto Nóos, que entre 2004 y 2007 recibió del Govern balear y la Comunidad Valenciana un total de 5,8 millones de euros, más otros casi 4,5 millones de firmas privadas, están en el centro de la investigación judicial.
Además de ello, y de evadir o destinar capitales a paraísos fiscales, la documentación incautada durante los meses de investigación indica que había un cruce de facturas, supuestamente ficticias o por importe superior al servicio prestado, entre estas sociedades, ¿para qué?pues para aumentar los gastos de unas a otras y rebajar, así la cantidad a pagar por impuesto de sociedades.
Ello supondría que, presuntamente, Urdangarín y Torres, no satisfechos con cobrar cantidades desproporcionadas por servicios que no siempre prestaban, valerse, supuestamente, para conseguir dichos servicios de su condición de miembro de la Familia Real obteniendo contratos pagados con dinero público, luego, siempre presuntamente, simularían o falsificarían facturas por trabajos nunca realizados por empresas que ellos mismos controlaban, quienes no sólo desviarían capital a paraísos fiscales, sino que defraudarían a la Hacienda Pública española inflando dichas facturas para dejar de pagar impuestos.